Llueve en el cementerio

Llueve en el cementerio,
la noche derrama sus lágrimas,
negro océano ahogando las criptas.
Los hierros de las viejas cruces chirrían,
los ataúdes parecen pequeños barcos
que han quedado varados entre tierra y agua
y dentro de ellos...los muertos,
tan solos, tan fríos, húmedos,
¡Pobres naúfragos!

Llueve y el aire ofrenda su fúnebre perfume,
los ángeles de piedra que guardan las tumbas
pareciera que se desangran
cuando el diluvio que sobre ellos cae
escurre más que lágrimas y penas
sobre esas ajadas mejillas marmóreas.

Llueve y las ánimas se posan sobre sus lápidas,
algunas acarician con sus dedos de fantasma
el epitafio que las nombra,
otras ocultan su rostro etéreo 
entre sus manos de espectro
y lloran;
alguna entona un lánguido cántico,
y otras simplemente se dejan llover
como llueve, siempre,
el triste rumor de sus olvidadas memorias.

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