Voy muriendo

Me sepulto en mi propio cadáver, 
lluevo en quejidos que cual sauces se inclinan
y derraman sus hojas de lágrimas perpetuas,
ínfimas, sombrías, titilantes 
sobre la espesa carne del desespero.

Sello mis párpados buscando sendas,
caminos que me transmuten en la razón
que me devuelva la vida...
sobrevivir al lánguido funeral
de no saberte dentro de mis entrañas...
Y batallo con el sometimiento a la terrible idea
de no conocer el límite de tus extensiones.
Me extravío, me obligo a sepultarme
bajo el desvanecimiento en que caen aquellos
que ya no tienen a quién amarrarse.
Muero y al menos...
me queda el instante, leve e intenso
de poder, eternamente, recordarte.

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