Rabia y rencor
y estalla en mil pedazos esta rabia
que hundida cual puñal sobre mi pecho
desangra con tu adiós mi negra alma.
Rugen mis lágrimas
ciénaga colérica en mis pupilas
y entre mis dedos astillas
de la puerta que has cerrado,
del tristísimo umbral
donde los caminos se separan,
donde tu te vas
y a mi tan sólo me queda
danzar a tientas con la lúgubre soledad.
Y quiere mi mano hacer su último gesto
como dibujándote en ese inmenso vacío,
en el borde de los huecos que has dejado,
quiere mi mano...
la boca, sin embargo no olvida,
el rubí de mis labios se tiñe de ira
escupiendo maldiciones,
besos envenenados
cuya única obsesión es alcanzarte
y arrancarte para siempre de mi vida.
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